El torero popular
Son generalmente
jóvenes citadinos, que cultivaron su afición por el toreo porque desde niños
asistieron a corridas populares o de profesionales, porque su apego al animal
bravo así lo identifico, o también porque su trabajo está siempre ligado a los
animales tales como labores que desempeña en un camal de rastro de donde han
salido extraordinarios toreros populares.
En estas líneas
quiero resaltar a estos personajes tal
vez olvidados pero que sin cuya decidida participación no se podría considerar
un verdadero festejo popular, que en conjunto con el toro forman el binomio
ideal del espectáculo taurino. Son estos personajes anónimos de los cuales no
sabemos ni sus nombres ni de donde son los que saltan a la palestra de un ruedo
de cualquier plaza, para deleitarnos con su valentía y grandeza de ponerse frente a un toro y brindar sus valerosos y
extraordinarios pases, armados con sencillos muletos para deleitar al pueblo
que se encuentra emocionado con su actuación de ver y admirar a estos
sensacionales personajes.
El torero
popular es considerado un hombre muy valiente porque de igual manera se pon al
frente de un toro se nuevo o tal vez ya revuelto o jugado en este caso poniendo
en juego su vida, porque este tipo de toros generalmente a partir de la segunda
participación se vuelve más asegurador en su embestida buscando el cuerpo del torero y en muchas ocasiones
no hace caso del engaño o capote, al no haber reglas en estos festejos los
toros que se lidiaran algunos serán nuevos que participan por primera vez en
una corrida, estos sufren un agotamiento rápido por mas bravos que sean, por lo que los
propietarios de las ganaderías por lo general recurren a poner en el ruedo algunos toros ya jugados los mismos que darán
más fuerza y aguante y de esta manera salir adelante con la corrida.
Este personaje
durante su juventud va dejando su huella de haber entregado a fondo a esta
afición maravillosa el de ir paso a paso cuajándose hasta ser un diestro torero
popular, ya que en ellos también hay cualidades y valores que derrochan frente
a los toros cual si fueran toreros profesionales, en muchos casos porque ese
arte es una alternativa que forma parte de sus vidas y van de pueblo en pueblo
donde hayan festejos taurinos especialmente por la sierra central ecuatoriana
donde la afición taurina está arraigada en la mayoría que nos consideramos
consecuentes e identificados con nuestra costumbres y raíces que nos han dado
esta identidad de ser auténticos aficionados a la fiesta brava, tanto en ferias
con toros a muerte y también en los toros de pueblo, que son los números
centrales en las fiestas religiosas y cívicas de nuestras ciudades
interandinas.
He considerado
de mucha importancia el escribir estas líneas para como un homenaje a los valerosos toreros que después de jugarse la
vida que en el mejor de los casos reciben como premio una pintoresca colcha
bordada con hilos dorados, o tal vez terminaron en la sala de un hospital muy
mal heridos, y otros muy lamentablemente ofrendaron sus vidas por su afición en
los pitones de un toro bravo de páramo.
El domador
Desde siempre el
héroe de los campos, los páramos y sus
alrededores ha sido por siempre el chagra que sobre sus hombros lleva esta gran
responsabilidad de representar a esta estirpe de raza indomable del hombre del
campo, es el que ha recibido la gloria de los aplausos y la admiración por la
valentía de ser el que domine y enlace al toro bravo en los páramos, de igual
manera lo demuestra con su capacidad de domar a los potros y toros en los
diferentes ruedos donde hayan festejos chacareros ya que esa bravura del animal
traducida en cuatro patas que baten al ritmo de un relincho o mugido
aterradores, con su lomo totalmente resbaladizo que pega corcovos y sacudones
violentos y viandasos feroces en definitiva el potro y el toro son propiamente
animales salvajes que solo desean sacarse de sus lomos al domador valiente que
a base de porfía e infinita voluntad se mantiene erguido y firme en esa
condición extrema solamente sostenido por la fuerza de sus piernas y las
espuelas abrazan extraordinariamente el torso del animal porque de ello depende
hasta su propia vida, y en algunos casos dependiendo del estilo de domar se
coloca el braguero en el pecho del animal del cual el domador sostiene sus
manos con firmeza.
Los potros se
cogen en los páramos entre varios chagras haciendo un pequeño rodeo luego son
embarcados en camiones y llevados a la ciudad para la doma, en este caso los
potros llegan en estado puro a las plazas, son ubicados en las mangas donde se
coloca el braguero y se acomoda el jinete en posición de salida en una
situación de tensión que potencia el ímpetu del animal.
Los domadores
sacan a flor de piel su adrenalina y buscan los mejores corcoveos para lucir
sus destrezas, y aguantar el mayor tiempo posible sobre sus lomos, en muchas
ocasiones suceden accidentes ya que ese es el riesgo que corre el jinete al ser
aficionado a esta actividad .
Muy pocas veces
se le da una verdadera importancia al domador en esta perspectiva inversa, en
la cual el potro y el toro son el instrumento o herramienta del jinete para
demostrar su habilidad y brindar su faena a los espectadores convirtiéndose así
en el centro de atracción que con el pasar del tiempo la historia lo reconocerá
y tendrá el sitial que se merece.
Escrito por: Fabian Veloz
Publicado el 23 de Julio de 2011 en el Periódico Tierra Grande
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