EL CHAGRA EN SU MEDIO
En estos
lugares el mítico Chagra fue dando forma a su conformación de tener amor a su
tierra propia y autóctona y también saber manejar con destreza un animal que
antes no lo conocía como es el caballo, y dominar al toro bravo de lidia
haciendo suya esa identidad mestiza de trilogía compuesta entre la persona, el
caballo y el toro, que fue acomodando de acuerdo a sus necesidades y diríamos
con mucho orgullo que si los españoles nos trajeron el caballo, el toro, la
montura, nosotros pusimos los hombres, la tierra y sus conocimientos para dar
forma y autenticidad con términos, nombres y aspectos de necesidades propias de
acuerdo a nuestra naturaleza para convertirlas en propias del Pedregal y sus
chagras, así como son las pajas del páramo, las ramas del monte, el agua
cristalina que nace en sus peñas, como las montañas, sus nieves y las nubes que
se confunden en el infinito cielo tienen sus propios apellidos de su querida
tierra. Algunos de ellos son Veloz,
Changoluisa, Morales, Camacho, Jaguaco, Caizapasto.
La
idiosincrasia autentica y destreza lo adquiere desde que se encuentra en el vientre
de su madre para demostrar su habilidad innata durante el transcurso de su vida
y de esta manera hacer honor al refrán de “Que el chagra pedregaleño nace con
el cabresto bajo el brazo".
Según
testimonios de los antiguos pobladores se cree que los habitantes de estos sectores llegaron con la
introducción de la ganadería, ya que fueron todos mestizos en vista que no se
tiene ningún testimonio fehaciente que en este lugar se hablo el idioma quichua
y que siempre se hablo el castellano.
EL RODEO
Los rodeos de
la hacienda El Galpón entre los años 40, 50 y 60 fueron los más nombrados de la
época ya que duraban entre 15 y 20 días, se los realizaba cada año para el cual
los chagras se preparaban muy bien para pasar durante ese tiempo fuera de casa
ponían a punto sus caballos, aperos y charnelajes y lo que es mas primordial el
cucayo que generalmente consistía en productos “secos” como es el tostado,
pinol, queso debidamente aliñado y salado para que no se dañe, tortillas de maíz
que eran de sal y de dulce, eso era lo básico. También los mayores se
aprovisionaban del infaltable “traguito” que lo llevaban en un zurrun, algunos
una botella de Mallorca y otros una botella de gallito, y los infaltables tabacos progreso que eran de
envolver.
El día de
salida al rodeo era prácticamente una emoción desbordante porque todos habían
esperado ansiosamente esa fecha, las mujeres acomodaban los cucayos en las
alforjas y argenas, los hijos que ayudaban a coger los caballos, ensillar a
poner las vetas por que se llevaba por lo menos 3 de ellas para emergencia en
fin todos ayudaban a los rodeantes cada uno llevaba 4 o 5 caballos. A la hora
fijada en el patio central de la hacienda se reunían todos para recibir las
ordenes del mayordomo general de lo que se
acuerda la gente fueron los Machacheños Nicolás Albuja, luego su hijo Enrique
Albuja, quienes eran los encargados de las disposiciones del trabajo que se
realizaría durante todo el rodeo.
Ya dado la
orden de salida la gente estuvo a cargo del mayoral de la hacienda igualmente se
acuerdan de los mayorales Juan Antonio Veloz, luego su hijo Elías Veloz Jácome
que tuvo este cargo por muchos años. La caravana que tenía un número aproximado
de 40 a 50 montados llegaba hasta el sitio llamado Mudadero denominado así
porque ahí se cambiaban de caballos y también se distribuían los grupos de chagras
que irían a los diferentes sectores donde se efectuarían las dormidas ya
conocidas en los siguientes sitios Chamilco, Zanjamachay, Pullurima, Jatabamba,
Gualpaloma o Alumix, al día siguiente todos se levantaban muy madrugado tomando
un sunfazo y empezaban a bajar el ganado de los filos altos hasta los sitios
bajos donde se iba encontrando con el resto de compañeros para encaminar con
las partidas de reses hasta los corrales del Valle.
Este trabajo lo
realizaban todos los días que duraba el rodeo en diferentes lugares hasta
completar los días señalados de trabajo, finalmente los últimos días se
encerraba toda la gruesa en los corrales del Valle para señalar, marcar, curar
y escoger el ganado, en esta ocasión se hacía presente el dueño con botellas de
Mallorca Guayaquil para brindarles a sus trabajadores, luego los toros y vacas
escogidos para la venta serán llevados hasta la hacienda El Galpón y luego a
Tambillo, y el resto del ganado serán devueltos al páramo hasta el próximo
rodeo.
También es
digno de notar que en esta hacienda el
ganado caballar alcanzo rápidamente el aumento de su población especialmente
por toda la llanura que hoy comprende el
parque nacional Cotopaxi donde hasta hoy podemos encontrar algunas ejemplares.
En épocas anteriores fue necesario
también realizar rodeos anuales de
potros cerreros que se encontraban remontados en los páramos. Entre varios montados
se les recogía luego de agotadoras corridas con las que se iba dominado a los
potros para encerrar en los corrales de San Francisco y Proaño de la hacienda
el Galpón , allí se escogía los ajenos aparte , otro grupo para el amanse y otros para ser vendidos
,estos trabajos se los realizaba en los
años 1940 a1970 .La mayoría de caballos de vaquería que utilizaban en estas
épocas eran amansados estos potros por
los mismos chagras que tenían su habilidad y fortaleza para dominar a estos
animales, que por ser crecidos al aire libre y en forma salvaje fue muy difícil
su adiestramiento, pero que una vez logrado este propósito se convertían en
caballos adecuados y precisos para efectuar los trabajos en el paramo, porque su contextura es perfecta un tamaño mediano,
seguridad para caminar en los pajonales ,conocedores del sitio , resistentes al
clima adverso del medio, tenaces para cabalgar por mas de8 horas diarias y
otras ventajas mas lo convirtieron en el animal de confianza para el chagra que
se sintió seguro para salir a sus rodeos en este tipo de caballo criollo se
podría decir que el pedregal tubo su propia raza paramera llamado
“caballo Valleño”, con sus distintos colores tales como: Chaguar, tordillo,
alazán, bayo, moro, rosillo, castaño, etc. Que contrastan con el verdor de sus
campos.
Escrito por: Fabián Veloz
Publicado el 23 de Julio de 2011 en el Periódico Tierra Grande.
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