viernes, 5 de julio de 2013

PARTE III: El Chagra en su Medio y El Rodeo.

EL CHAGRA EN SU MEDIO


En estos lugares el mítico Chagra fue dando forma a su conformación de tener amor a su tierra propia y autóctona y también saber manejar con destreza un animal que antes no lo conocía como es el caballo, y dominar al toro bravo de lidia haciendo suya esa identidad mestiza de trilogía compuesta entre la persona, el caballo y el toro, que fue acomodando de acuerdo a sus necesidades y diríamos con mucho orgullo que si los españoles nos trajeron el caballo, el toro, la montura, nosotros pusimos los hombres, la tierra y sus conocimientos para dar forma y autenticidad con términos, nombres y aspectos de necesidades propias de acuerdo a nuestra naturaleza para convertirlas en propias del Pedregal y sus chagras, así como son las pajas del páramo, las ramas del monte, el agua cristalina que nace en sus peñas, como las montañas, sus nieves y las nubes que se confunden en el infinito cielo tienen sus propios apellidos de su querida tierra. Algunos de ellos son  Veloz, Changoluisa, Morales, Camacho, Jaguaco, Caizapasto.

La idiosincrasia autentica y destreza lo adquiere desde que se encuentra en el vientre de su madre para demostrar su habilidad innata durante el transcurso de su vida y de esta manera hacer honor al refrán de “Que el chagra pedregaleño nace con el cabresto bajo el brazo".

Según testimonios de los antiguos pobladores se cree que los habitantes  de estos sectores llegaron con la introducción de la ganadería, ya que fueron todos mestizos en vista que no se tiene ningún testimonio fehaciente que en este lugar se hablo el idioma quichua y que siempre se hablo el castellano.


EL RODEO



Los rodeos de la hacienda El Galpón entre los años 40, 50 y 60 fueron los más nombrados de la época ya que duraban entre 15 y 20 días, se los realizaba cada año para el cual los chagras se preparaban muy bien para pasar durante ese tiempo fuera de casa ponían a punto sus caballos, aperos y charnelajes y lo que es mas primordial el cucayo que generalmente consistía en productos “secos” como es el tostado, pinol, queso debidamente aliñado y salado para que no se dañe, tortillas de maíz que eran de sal y de dulce, eso era lo básico. También los mayores se aprovisionaban del infaltable “traguito” que lo llevaban en un zurrun, algunos una botella de Mallorca y otros una botella de gallito, y  los infaltables tabacos progreso que eran de envolver.

El día de salida al rodeo era prácticamente una emoción desbordante porque todos habían esperado ansiosamente esa fecha, las mujeres acomodaban los cucayos en las alforjas y argenas, los hijos que ayudaban a coger los caballos, ensillar a poner las vetas por que se llevaba por lo menos 3 de ellas para emergencia en fin todos ayudaban a los rodeantes cada uno llevaba 4 o 5 caballos. A la hora fijada en el patio central de la hacienda se reunían todos para recibir las ordenes del mayordomo general  de lo que se acuerda la gente fueron los Machacheños Nicolás Albuja, luego su hijo Enrique Albuja, quienes eran los encargados de las disposiciones del trabajo que se realizaría durante todo el rodeo.
Ya dado la orden de salida la gente estuvo a cargo del mayoral de la hacienda igualmente se acuerdan de los mayorales Juan Antonio Veloz, luego su hijo Elías Veloz Jácome que tuvo este cargo por muchos años. La caravana que tenía un número aproximado de 40 a 50 montados llegaba hasta el sitio llamado Mudadero denominado así porque ahí se cambiaban de caballos y también se distribuían los grupos de chagras que irían a los diferentes sectores donde se efectuarían las dormidas ya conocidas en los siguientes sitios Chamilco, Zanjamachay, Pullurima, Jatabamba, Gualpaloma o Alumix, al día siguiente todos se levantaban muy madrugado tomando un sunfazo y empezaban a bajar el ganado de los filos altos hasta los sitios bajos donde se iba encontrando con el resto de compañeros para encaminar con las partidas de reses hasta los corrales del Valle.

Este trabajo lo realizaban todos los días que duraba el rodeo en diferentes lugares hasta completar los días señalados de trabajo, finalmente los últimos días se encerraba toda la gruesa en los corrales del Valle para señalar, marcar, curar y escoger el ganado, en esta ocasión se hacía presente el dueño con botellas de Mallorca Guayaquil para brindarles a sus trabajadores, luego los toros y vacas escogidos para la venta serán llevados hasta la hacienda El Galpón y luego a Tambillo, y el resto del ganado serán devueltos al páramo hasta el próximo rodeo.

También es digno de notar que en esta  hacienda el ganado caballar alcanzo rápidamente el aumento de su población especialmente por toda la llanura que hoy comprende  el parque nacional Cotopaxi donde hasta hoy podemos encontrar algunas ejemplares.

                            
En épocas anteriores fue necesario también  realizar rodeos anuales de potros cerreros que se encontraban remontados en los páramos. Entre varios montados se les recogía luego de agotadoras corridas con las que se iba dominado a los potros para encerrar en los corrales de San Francisco y Proaño de la hacienda el Galpón , allí se escogía los ajenos aparte , otro grupo  para el amanse y otros para ser vendidos ,estos trabajos se los realizaba  en los años 1940 a1970 .La mayoría de caballos de vaquería que utilizaban en estas épocas eran amansados estos  potros por los mismos chagras que tenían su habilidad y fortaleza para dominar a estos animales, que por ser crecidos al aire libre y en forma salvaje fue muy difícil su adiestramiento, pero que una vez logrado este propósito se convertían en caballos adecuados y precisos para efectuar los trabajos en el paramo, porque  su contextura es perfecta un tamaño mediano, seguridad para caminar en los pajonales ,conocedores del sitio , resistentes al clima adverso del medio, tenaces para cabalgar por mas de8 horas diarias y otras ventajas mas lo convirtieron en el animal de confianza para el chagra que se sintió seguro para salir a sus rodeos en este tipo de caballo criollo se podría decir  que el  pedregal tubo su propia raza  paramera  llamado   “caballo Valleño”, con sus distintos colores tales como: Chaguar, tordillo, alazán, bayo, moro, rosillo, castaño, etc. Que contrastan con el verdor de sus campos.

Escrito por: Fabián Veloz
Publicado el 23 de Julio de 2011 en el Periódico Tierra Grande. 

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