viernes, 5 de julio de 2013

LOS ANCESTROS DEL CHAGRA


PARTE I: EL PEDREGAL “CUNA DEL CHAGRA”




DEDICATORIA
Para los chagras auténticos y de corazón que conozcan el testimonio de una persona que vive y conoce la realidad de los trabajos, costumbres, tradiciones  en nuestros bellos y amplios campos y parajes de nuestro Catón.

INTRODUCCIÓN

Como un homenaje a todos los chagras de ancestro, contemporáneos y futuros que tienen un verdadero amor a su terruño  y sus costumbres que sigamos cultivando nuestras ricas tradiciones y aportando de esta manera al desarrollo cultural, social y económico de nuestro cantón y del país.
Aquel personaje cuya jornada diaria comienza en la madrugada con el canto de gallo empezando con el ordeño de sus vacas, luego las labores agrícolas y  que termina con el ocaso del sol cuando todos sus animales y sus sementeras hayan sido atendidos adecuadamente.
Aquel que con su propio esfuerzo hace producir  la  tierra y mantiene a su familia, porque nació para salir adelante demostrando capacidad en su diaria lucha que lo hace con orgullo de ser el escogido como el amo y señor de su amplio espacio natural que Dios nos dejo para  cuidar y  perfeccionar respetando y cuidando todos los recursos naturales existentes.

ANCESTROS  DEL CHAGRA




Entre montañas, llanuras, quebradas y pajonales  un paraíso está  guardado en el tiempo, un rincón extenso y virgen donde los venados, osos, pumas, cóndores, conejos y en definitiva toda la fauna nativa se confundía en la exuberante vegetación, que desde el rio san Pedro hacia el oriente se extendía atravesando por los cerros Pasochoa,  Rumiñahui, Sincholahua, Cotopaxi y Quilindaña hasta perderse en el horizonte de los espesos cimarrones del predicador  el Turbante y Conga extremos orientales donde los ríos se pierden en la inmensa selva.
Fue el lugar predilecto escogido por los primeros españoles para echar raíces de sus costumbres introducidas en América, en una extensión aproximada de unas 300 mil hectáreas en donde comenzó a poblarse con caballos ganado bravo y ovejas. Según testimonios y datos de personas que trabajaron desde muchas ascendencias atrás nos cuentan que: en una fértil llanura en lo que hoy conocemos con el nombre de Maucapedregal se construyeron casas, corrales y una Iglesia que era prácticamente el sitio donde vivía todo el personal que administraba la hacienda, los mismos que emprendieron con la explotación de estas tierras, para lo cual se unieron tanto personal que vino de otro lado y los propios del lugar que los integraron para que aprendan el manejo y control de estos animales, de esta manera la población pecuaria fue acrecentándose y expandiendo por toda la zona, bajo el dominio de de los españoles , y con ello también fue promovido el mestizaje de sus habitantes con nuevas costumbres. De los dos asentamientos existentes en la zona, los mismos que estaban ubicados  en lo que hoy conocemos como  barrios de Loreto y  Santa Ana del Pedregal.

En 1877 se produce la erupción del Cotopaxi  hecho que cambio todos los planes y proyectos que se estaban construyendo en esta zona ya que gran parte de la ganadería se perdió y sus campos quedaron cubiertos de ceniza porque según dicen: la obscuridad total tuvo una duración de 2 días, fue destruida la hacienda y la iglesia que estaba construida por donde pasó la erupción, hoy podemos encontrar pequeños restos de ladrillos y vestigios.

Este acontecimiento marco fuertemente la vida de todos, es así que viendo las necesidades por falta de alimentos, sus habitantes se vieron obligados a viajar a sitios vecinos especialmente al Valle de los Chillos donde la erupción no había hecho daño  a solicitar alimentos que consistían en maíz, morocho, cebada, trigo esencialmente, para mantener a sus familias.

 De esta circunstancia nace la tradición que duro por mucho tiempo, sus habitantes cada año salían a “buscar vida”, que consistía en un trueque, ellos llevaban carne y quesos para recibir granos. Estos viajes lo hacían por toda una semana especialmente a Lasso, Pastocalle, Miño, etc.

Luego que paso la erupción y su destrucción fue catastrófica el sacerdote que estaba a cargo de esta propiedad dejo pasar un corto periodo de tiempo hasta que se normalice parcialmente la situación, cuentan que la hacienda fue vendida a un extranjero posiblemente un europeo, su valor fue pagado con un caja equivalente a un baúl pequeño lleno de monedas de plata, este personaje tubo pocos años la propiedad en su poder y falleció. 

Escrito por: Fabián Veloz.
Publicado el 23 de Julio de 2011 en el Periódico Tierra Grande

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